viernes, 7 de diciembre de 2012

Nomenclátor Poesía: Dos versos elegíacos de aislamiento contradictorio (3)


No creo estar hecho de tiempo,
sino quizá de distancia.

 


Pinté una cruz roja en la pared de mi habitación. Allí es exactamente

donde un pájaro va a estrellarse esta tarde.

 

 

Las plantas de mis pies irritadas por las nubes.
Un pájaro que vuela en círculos porque sólo tiene un ala.

 


¿Para qué nombrar lo que no hay?
¿Qué poema no es provisorio?

 
 

El nudo corredizo de la horca que llevo
es la propia suavidad de tu cuello.

 
 

Descubrí que hay una palabra que nunca escribí
y decidí que jamás escribiré. Esa palabra será mi único poema.



Hay una fecha que falta en todos los calendarios.
Esa fecha es mi poema.

 
 

Las líneas de tu mano coinciden con el trazo de un relámpago
y ambos construyen mi piel.

 

Una grieta abismal invertida colocada sobre otra,
es un túnel que me lleva hasta tu corazón.

 

Mañana es todavía. Aún no fue ayer.
Nunca será ahora.

 

Un arma dispara mi sonrisa.
Es una muerte a la que me atrevo.
 
 

El universo es una flor. La existencia, una flor.
El despertar a la luz es otra flor. Un ramo de estas flores es tu abrazo.

 

Cada gota de tormenta es una sílaba.
Tus ojos son el poema.

 

El único silencio viable
es gritar con la mordaza puesta.

 
La ceniza es el polen
de tu mirada.

 
 
¿Cómo trasladar la lluvia
a un pentagrama?

 

 Con tinta en el papel trato de tapar tantos gritos, trato de espejar
lo que no debo, de escribir más fuerte de lo que suenan los aullidos.

 

 Ella me dijo que tuviese descuido con las palabras,
que no les hiciese el amor, sino la guerra.

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